JORGE LINARES ANGULO | EL UNIVERSAL
martes 17 de abril de 2012 02:49 PM
En el año 2010 se acentuó en Cuba una apertura que no nos puede dejar
indiferentes. Una apertura básicamente económica, lenta sin duda, pero
explícita e irreversible. La misma nació en 1995, consecuencia del
Período Especial, derivado del cese de la asistencia de la Unión
Soviética, disuelta en 1991. En ese período Cuba afrontó gran calamidad
por la falta de petróleo cuyo combustible alimentaba la agricultura, la
industria y el transporte. La escasez se agudizó y la población estuvo a
punto de caer en la hambruna. La dieta alimentaria, muy restringida, dio
lugar a problemas de nutrición que afectaron especialmente a los niños y
ancianos. Fue la primera gran campanada que obligó a los cubanos a
repensar un socialismo centralizador, dependiente, cuya debilidad mortal
es la improductividad.
La renovación comenzó con el llamado de especialistas extranjeros,
australianos algunos, para aplicar lo que se ha denominado
"permacultura", ciencia basada en la relación armoniosa entre la
vivienda y el paisaje con la cual se ahorran materiales y se conservan y
aprovechan ecológicamente los recursos naturales. Cuba apeló a la
agricultura orgánica para incentivar el uso de los alimentos de la
tierra, privilegiando la fibra, y reducir la dependencia de la carne
animal. Fue un período en que el ingenio cubano concibió soluciones como
las de los "camellos" -buses alargados y arrastrados por cabinas de
tráileres-, el empleo masivo de bicicletas y la promoción del turismo
extranjero.
En 1995 se produjo la primera y tímida innovación "capitalista" con la
autorización de los paladares, pequeños restaurantes cuyo comienzo fue
clandestino y en ese año permitidos, pero con severa vigilancia estatal.
Hoy operan sin prohibición alguna. A fechas actuales, la apertura es
notoria: se han autorizado 170 actividades para ser desarrolladas por
emprendedores privados y ello ha generado multitud de negocios de todo
tipo, pequeños, pero de firme proyección cuantitativa. La actividad
bancaria es intensa: cualquiera puede abrir una cuenta en pesos
sencillos o en peso convertible cubano. Se negocian las más importantes
divisas convertibles del mundo, desde la libra esterlina hasta la corona
sueca, pasando por el peso mexicano -la latinoamericana más usual- el
USD, el euro, el franco suizo y el yen japonés, todos con sus
equivalentes en cucs, el peso convertible cubano valorado en 24 pesos
corrientes. Ya existe una estructura de impuestos para pechar las
actividades privadas y fortalecer la hacienda pública. Se permite la
venta libre de viviendas y automóviles y la propiedad de la tierra en
hasta 27 hectáreas. Se trata de un cambio gradual y cauteloso pero
irremisible que conduce a Cuba a una plena economía de mercado, es
decir, al capitalismo, puesto que los "cuentapropistas" o empresarios
obtienen una renta de sus esfuerzos. En este contexto se explica la
visita de Benedicto XVI, concertada en mutualidad: el Vaticano prestigia
a Cuba y Cuba otorga al Vaticano facilidad para su rol eclesial y una
muy deseada labor educativa.
Es verdad que estos cambios son económicos y el gobierno cubano ha
reiterado el sistema de partido único. Se parecen a China y Vietnam pero
no son exactamente lo mismo. Cuba se encuentra rodeada de democracias y
esta realidad influirá, quiérase o no, en su evolución política. De allí
la necesidad de apoyar su incorporación a los organismos del sistema
interamericano y el cese del embargo estadounidense. La inevitable
prosperidad económica conllevará la democratización gradual. Cuba, pues,
desmonta su fracaso. En Venezuela un gobierno torpe, sin visión
histórica, ya agonizante, ha pretendido restaurarlo.
linaresj1@hotmail.com
@JorgeLetra67
http://www.eluniversal.com/opinion/120417/cuba-saliendo-del-fracaso
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